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¿Está justificado que un cliente se pasee sin control por el taller? Los riesgos de permitirlo

En agosto de 2022 un cliente de un taller navarro fallecía a consecuencia de las heridas sufridas tras ser atropellado al desplazarse un vehículo sin control y terminar arrollándole. Pese a que inicialmente se había barajado la posibilidad de que el suceso fuera un accidente laboral, finalmente se confirmó que el fallecido no era trabajador del taller. El vehículo pertenecía al propio fallecido y lo había llevado hasta el taller para una revisión.

Tras este suceso, Gabriel Martínez, secretario general de la asociación burgalesa de talleres Adeabur ha escrito un artículo en la revista de Adeada (Asociación de Empresarios de Automoción de Álava) en el que denuncia que "esto puede volver a ocurrir en cualquier momento, poniendo en riesgo nuestro patrimonio, a nuestros empleados, o nuestra imagen comercial".

Algunos clientes deambulan por las instalaciones del taller sin conocer los peligros a los que está sometido. "Verlo todos los días no debe ser justificación para seguir permitiéndolo. No debemos normalizarlo", sentencia.

“No hay razones lógicas ni prácticas que justifiquen que los clientes se muevan sin control por las áreas del taller ajenas al espacio de recepción y de administración específicos para usuarios”, señala Gabriel Martínez que añade: "Muchos concesionarios de marca hace tiempo que ya limitaron esto". Además, "este tipo de riesgos habitualmente no están amparados por las pólizas de seguros pues pueden achacarse a temeridad o negligencia".

Cliente sin control en el taller: los riesgos

Por tanto ¿es el taller consciente de los riesgos que supone que el cliente ande por el taller? Según Adeada, para el taller existen varios inconvenientes derivados del paseo incontrolado de clientes:

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En primer lugar, los clientes sin control en el taller interfieren en el trabajo de los empleados, provocando sin saberlo despistes, olvidos y retrasos en las operaciones en curso y generan situaciones de riesgo para los propios empleados, accionando accidentalmente o por mera curiosidad mecanismos de máquinas, vertiendo accidentalmente productos o moviendo cosas de sitio.

Asimismo, pueden invadir espacios de circulación, interferir en operaciones de movimiento de vehículos para su posicionamiento en áreas de trabajo. Además, pueden atentar contra la confidencialidad de la empresa (pueden ver documentos, procesos, materiales, proveedores, otros clientes, enseres, detalles de vehículos de clientes).

También, pueden generar situaciones de inseguridad para los bienes de la empresa o para los de los clientes (herramientas y enseres que se “despistan”, cosas que desaparecen de los vehículos), despertando innecesariamente y de manera injustificada desconfianzas para con los empleados o del cliente hacia la empresa y personal).

Los protocolos y recomendaciones de seguridad de los talleres en la generalidad de casos recomiendan u obligan a señalizar y/o restringir los movimientos por áreas acotadas de trabajo, de circulación, de tránsito rodado o de tránsito peatonal… todo ello para reducir riesgos de atrapamiento, de aplastamiento o de atropello. Así como señalizar zonas de riesgo potencial de caída desde distinta altura, de resbalamiento, o de proyección de particular o calor. "Señalizaciones que en muchas ocasiones el cliente desconoce o prefiere ignorar, caso de existir".

Los peligros en el taller para la seguridad del cliente

Acceso a fuentes de calor (sopletes y pistolas de calor); procesos químicos corrosivos (manipulación y mantenimiento de baterías), o a procesos de corte y abrasión (proyección de partículas).

Manipulación de vehículos o uso de maquinaria y equipos contundentes (martilleo, pistolas de impacto, elevadores de motores, grúas...); así como de elevadores y gatos (elevación de vehículos y sus componentes mecánicos, como motores, transmisiones, partes de carrocerías, etc.).

Uso de materiales químicos y adhesivos (aplicación de pinturas y aparejos, decapantes, , limpiezas con disolventes, etc.), así como de técnicas abrasivas (lijadoras, esmeriladoras, corte por disco…).

Riesgos de golpearse con elementos móviles; de caídas (por espacios a diferentes alturas —fosos— o bien por derrames accidentales de fluidos en elementos a reparar (aceites, grasas, agua, anticongelantes, ácidos de batería…); o de atrapamiento y de atropello (gatos, elevadores, grúas móviles y fijas, vehículos que deben desplazarse por el interior, y de y hacia el exterior de las instalaciones, etc.)

Exposición a aparatos y elementos a presión (vehículos a gas, circuitos de aire acondicionado, manqueras de aire a presión, etc.) o riesgos eléctricos de distinta magnitud (del propio vehículo ya sea de combustión, eléctrico o híbrido, de aparatos de carga y recarga, de aparatos y equipos alimentados eléctricamente…).

Desde Adeada concluyen: "Cualquier situación anómala puede fácilmente reportar un perjuicio económico por responsabilidades civiles o penales derivadas de la negligencia y ausencia de control preventivo y de seguridad. No dudes en dar instrucciones de estas limitaciones a tus clientes desde la mayor cordialidad, pero con la suficiente firmeza para que lo tomen en serio".

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